Octavio Paz le confió alguna vez a Enrique Krauze una frase muy estremecedora: "México nunca se consolará lo suficiente de no haber sido una monarquía". https://letraslibres.com/arte/monarquismo-mexicano/ . A la vez Krause concluye que: “No comparto el desconsuelo monárquico de México, pero ahora lo entiendo un poco mejor”. Si bien hay otros temas que no comulgo con nuestro premio nobel, en este no podría estar más de acuerdo.
Si lo anterior hubiese ocurrido, hoy podríamos estar de igual a igual con España, con el Reino Unido, con el ansiado e hiper - publicitado reino de Dinamarca, sueño guajiro del pejelagarto, y con muchos otros como Japón, Arabia Saudita, Bélgica, Emiratos Árabes, Jordania, Kuwait, Liechtenstein, Luxemburgo, Mónaco, Noruega, Países Bajos, Suecia, Tailandia, etcétera, y jugar a ponerle aranceles a Estados Unidos por cada mueca que nos hiciera.
El recién México independizado decidió tomar el camino de convertirse en República a partir del 8 de octubre de 1824, después de haber asesinado a nuestro primer emperador dos meses y medio antes. Sin embargo, a partir de este 5 de febrero, ya ni a república llegamos. Ahí mero, en el mismo lugar donde se presumió una dizque nueva constitución en 1917, fue exactamente el sitio donde apenas hace unos días el régimen que nos tiene secuestrados, dinamitó la de por sí malhadada republiqueta de cuarta, es decir, la de los cuatreros de la cuatrote.
Llevo varios años estudiando historia y algo de filosofía política, y juro que este escenario jamás lo hubiere imaginado. Si bien soy antirrepublicano, y creo poco en la democracia, puedo decir que ahora si me quedé como el perro de las dos tortas, es decir que por mirar muy alto; por ser muy codicioso en mis expectativas, me quedé sin monarquía y sin república… ¡y usted también!
Fue en el Teatro Iturbide de Querétaro, donde parecía consolidarse la susodicha república en 1917. Fue en el Teatro Iturbide en la Ciudad de México en 1921, ya convertido en Cámara de Diputados (Allende y Donceles), donde se arrancaron las letras de oro del muro de honor que correspondían a don Agustín de Iturbide, y que nunca se colocaron como Agustín I, es decir como lo que fue, o sea, “nuestro” primer emperador mexicano. Fue de nuevo en el ahora dizque Teatro de la República de Querétaro, propiedad del Senado, donde deberán bajar las letras doradas de la marquesina que dicen “República”. ¿Qué van a ponerle ahora? Pues no sé… ¡ni idea! Usted dígamelo si algo le viene a la mente. Se escuchan propuestas.
Por lo pronto, hoy conmemoro un momento que la historia nos regaló aquel 24 de febrero de 1821, donde el genio creativo y negociador de Agustín de Iturbide, proclamaba en la ciudad de Iguala, el plan de Yndependencia (así con Y) de la América Septentrional. En su artículo tercero reza: Gobierno monárquico templado por una constitución análoga. Más adelante, otro día 24, pero de agosto, se firmaba el tratado de Córdoba entre el último virrey* Juan de O’Donojú y Agustín de Iturbide, donde en su artículos primero se lee: Esta América se reconocerá por nación soberana e independiente, y se llamará en lo sucesivo "Imperio Mexicano". Y en el segundo dice: El gobierno del Imperio será monárquico constitucional moderado. (*Jefe político superior de la Nueva España).
¿Alguna duda? Todo estaba resuelto para dar gusto a todos. Constitucional significa congreso con diputados y senadores. Moderado implica “moderar” al rey, tal como hoy ocurre con España, que tiene que pedir permiso para muchas cosas. La constitución pudo haber incluido un primer ministro que gobernara, pero los diputados no escribieron una sola línea de dicho documento, y se les hizo más fácil matar a Iturbide.
Ahora bien, puedo afirmar que “nuestro” plan de Iguala es nuestro primer contrato social como nación independiente, la cual hasta la fecha, sigue sin encontrar su camino. Somos políticos pubertos con 200 años de edad.
Tenemos una bandera, pero no tenemos idea que representa, y que además la festejamos este mismo día 24, olvidando que primero va “El Plan de Iguala”. Tenemos una constitución, la cual es desacatada sistemáticamente por la que dice ser nuestra primera mujer gobernante, que en dado caso sería la segunda, pues “nuestra” emperatriz Carlota fue la primera. Tenemos un Instituto Nacional Electoral que ha dejado de funcionar. Tenemos el recuerdo del tercer poder -el judicial- de una exrepública. Tenemos una organización criminal que gobierna las dos terceras partes de otra organización de políticos criminales, que dicen gobernar el cien por ciento del territorio, ese, donde nos tocó vivir.
Si bien soy a todas luces iturbidista, me estoy convenciendo de que el michoacano no se hubiera tomado tantas molestias en independizarnos de un reino del cual jamás debió desprenderse. Ya habrá oportunidad de ir a debatir este tema con él en mi próximo viaje a través del tiempo. No obstante, y dadas las actuales circunstancias, creo que deberíamos volver a proclamar algo igual al plan de Iguala, e independizarnos de una exrepública que dejó de existir hace algunos días. Por mientras, usted… ¿Qué opina?
P.D.1.- Es un hecho que por no haber madurado el Plan de Iguala, surgió 90 años después el Plan de Ayala. Ya trataré este tema en mi siguiente libro.
P.D.2.- Para que puedas ampliar tu panorama sobre lo anterior, debo sugerirte revisar los cuatro capítulos de la saga RESCATAR A ITURBIDE que encuentras en este mismo sitio.
CLAUDIO MÁRQUEZ PASSY
En un minuto y medio revisa la historia de nuestra bandera. Escucha la 7a. estrofa del himno nacional original, la cual fue eliminada por aludir al Libertador Agustín de Iturbide. (Atención seg. 30")
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